DOGOAN
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                                                   ** DEUDAS EN LA MEMORIA**
 

 

                                (2º Premio III Certamen Literario, relato cofrade. Montellano 2012)

Yo el anterior, hijo de Dolores y de Gonzalo soy, mi nombre; Gonzalo por arte de palabra, y debo establecer que deudas en la memoria dejé, sin pagar a mi mismo.

Sucede que una vez, cuando niño fui, cuando tal vez no se es consciente de la realidad, porque a esa temprana edad sólo vives en un mundo de sueños y felicidad; he de reconocer que por unos días al año, temores sentía. Noches de primavera, en las que en brazos de la tía Gertrudis, veía aproximarse hacia mí túnicas con capas y antifaces, rodeadas de un halo de misticismo que provocaban las innumerables velas que portaban, proyectando a la vez, figuras fantasmagóricas para mí.

Las cuales en movimientos pausados, parecían bailar al son de los tambores y cornetas, sobre las paredes encaladas de las casas. Esta visión provocaba en mí un llanto incontenible, que nada ni nadie lograba calmar, por mucho que la tía me dijera que eran hombres, ¡¡Mira, si ese es fulano y aquél mengano!! Esto ocurrió así, hasta que otro año y por las mismas fechas, una de esas túnicas se acercó hasta plantarse delante de mí, y hallándome yo en pleno llanto, se deshace del antifaz que le cubría la cabeza para mostrar su rostro.

¡¡Que razón tenía la tía, eran hombres, era... Mi padre!!

El llanto cesó al instante y ese pánico que me atemorizaba, desapareció por completo para años posteriores, ya sabía que nada debía temer, pues en esas hileras de túnicas, capas y antifaces iba mi padre. Nazarenos, me dijo él que se les llamaba, desde entonces, en primera fila me colocaba para verles llegar. Como me era difícil adivinar cual de ellos era mi padre, este cuando pasaba a mi altura; su mano pasaba por mi cabeza y un caramelo ponía en mi mano, me sentía el niño más feliz en ese momento. A esa edad, desconocía totalmente el sentido de esta tradición, no entendía, porque por unos días mi padre se vestía con esos atuendos, solo sabía que me gustaba verle así.

Lo veía como algo grande, alguien importante, un ser enigmático y misterioso, me gustaba presumir delante de mis amigos, ¡¡Mira es un nazareno y el vuestro no lo es!! anda, toma...

Mas de una vez, me hubiese gustado seguir a la comitiva al lado de mi padre, pero la tía o bien la madre no me dejaban, ¡¡Eres mu chico pa andá de noche por la calle!! me decían, a lo que yo, como si les entendiese, no ponía reparo alguno. Crecí unos dos años, y llegó una vez mas, como cada año, lo que ya supe denominar como ¡¡Las procesiones de Semana Santa!! esperé como siempre, ver desfilar a mi padre, pero... ¿Qué ha ocurrido? Sorpresa, decepción...Han pasado ya todos los nazarenos y no he sabido quien era él, ninguno se acercó a mi, me pasó su mano por mi cabeza y me dio un caramelo.

¡¡Omá, títa, no esta Pupá!! Si, si que esta, me contestaban, yo me separaba un poco de ellas y miraba a lo lejos, a lo que todavía quedaba por desfilar de la procesión; ¡¡No, no está, mirar ya no hay mas nazarenos!! Tranquilo espera un poco y veras como si lo ves. Pasó la cruz de guía, llega entonces hasta mi, el segundo de los pasos de la procesión, el que portaba a la Virgen de los Dolores.

Silencio, emoción, llanto, vítores en la gente... ¡¡Omá, tita, mira Pupá, mira Pupá!! Ya te dijimos que esperaras un poquito, ¡¡Pero Pupá ya no es nazareno!! No, ahora tu padre y tu tío son costaleros, ¿Y eso que es tita? Así se les llama, a los que llevan al Señor y a la Virgen, me contestó.

¿Pero porque lo han quitao de nazareno tita? Hijo no lo han quitao, tu padre y tu tío, siempre ha querío llevar los pasos en semana santa, se habían apuntao hacía tiempo, pero era mucha, la gente que tenían por delante aguardando el momento en que les tocase llevar los pasos, por eso y hasta que ha podio ser, tu padre se ha tirao unos años siendo nazareno.

¡¡Tita, pobrecito mi padre y el títi y también los otros hombres!! ¿Porqué dices eso hijo? Porque tienen cara de pena, parece que están sufriendo... Una sonrisa se dibuja en el rostro de mi tía, ¡¡No hijo, no tienen pena ni sufren!! Llevan a la Virgen con orgullo y devoción, lo que pasa, es que el paso pesa muchísimo y van cansados, los huesos se resienten, ¡¡Verás mañana, como no se van a poder ni mover!!

Títa y no puedo ir yo a ayudarles para que no se cansen, ¡¡Ja,ja,ja no hijo, tu eres mu chico pa eso!!

Sentí, verdadera devoción esa noche por mi padre y mi tío, viendo el esfuerzo sobre humano, a mi entender, que realizaban llevando a los hombros a la Virgen.

Ciertamente, al día siguiente pude comprobar lo maltrecho que había quedado mi padre, no se podía ni mover, le dolía todos los huesos, me enseñó el hombro; lo tenía totalmente desollado, en carne viva, mi madre se esmeraba en su cuidado, le untaba un bálsamo para el hombro y los dolores, le daba friegas con un líquido cuyo olor me era familiar, porque mi tía se lo echaba a mi tío, después de todo un día cargando sacos a la espalda, ¡¡El tío del bigote!! le llamaban al ungüento, el cual debía de ser milagroso, porque al otro día estaban como nuevos, a excepción del hombro, que tardaba mas días en cicatrizar... ¡¡Opá, si te duelen tanto los huesos y te hace esa herida en el hombre!! ¿ Porqué lo haces?

Mi padre, no sin esfuerzo, me sentó en sus rodillas; ¡¡Mira hijo!! no espero que lo entiendas, cuando te hagas grande, supongo que podrás llegar a entenderlo, lo que se vive en estos días de Semana Santa, a parte de ser una tradición, hay que sentirlo, hay que creer, hay que tener devoción...

Conforme mi padre me hablaba, noté como la voz se le cortaba y de sus ojos, lágrimas le salían de puro sentimiento que le ponía al hablarme, de lo que para él significaba el poder sacar a la virgen, de lo mucho que ha tenido que esperar, hasta que ha llegado el momento de poder hacerlo, ¡¡Solo le pido a ella, que me de salud por muchos años para poder llevarla, y quien sabe, si cuando tu te hagas grande, no nos vemos los dos llevando a la virgen!! ¿Te gustaría hijo? ¡¡Claro opaito que me gustaría, veras como sí la llevaremos!! No solo llevo mi padre a la Virgen de los Dolores, También lo hizo, con Nuestro Padre Jesús del Gran Poder.

En los dos años siguientes, pude ver como en casa se preparaba mi padre; como alrededor de la cintura, se liaba una larguísima faja bien apretada, se calzaba unas alpargatas y como para amortiguar el peso en el hombro, se preparaba una almohadilla o especie de cojín. Yo lo miraba entusiasmado, el se daba cuenta y me hacía sentir importante, me acercaba hasta él y me hacía creer que le ayudaba, pidiéndome que le fuese abriendo la faja mientras él, daba vueltas sobre si mismo y la faja se le iba enrollando.

Cuando terminaba de arreglarse, salía antes que ninguno de casa, tenía que reunirse unas horas antes con el resto de sus compañeros costaleros, para los preparativos de última hora. Después, casi cuando iba llegando la hora de que la procesión saliese de la iglesia, bien mi madre o mi tía, aunque a veces las dos, me llevaban para que pudiese verle.

Conforme me iba haciendo mas grande, ya no me recogían tan temprano; podía seguir a mi padre al mismo paso que él iba por muchas calles del pueblo, hasta que allá por la media noche, el cansancio me vencía y me llevaban a acostar.

La de 1973, fue la última Semana Santa que vi a mi padre prepararse para hacer de costalero de la Virgen, poco después, emigraría a tierras lejanas y extrañas para buscar el sustento de su familia, ante la falta total de trabajo en la provincia.

Por nada del mundo, pude haber imaginado cuanto de especial iba a ser esa última Semana Santa junto a él, esta vez si cabe, le note mas emocionado que otras veces, no tenía prisa, se vistió ceremoniosamente, en silencio, que solo rompía de vez en cuando, para hacer comentario alguno con mi madre. Sabía que esa era su última vez, por lo menos en mucho tiempo, o como mi madre le decía; ¡¡tranquilo, a lo mejó el trabajo en Barcelona, no es tanto como te han contao y te tiene que vení pacá y como si no hubiera pasao ná, el año que viene vuelves a sacá al Cristo y a la Virgen!! Pero yo creo, que mi padre intuía que no iba a ser así la cosa...

Llegó la hora y la procesión salió de la iglesia, allí estaba yo, esta vez y aunque mi madre y mi tía también estaban, yo ya iba solo, Vi salir a mi padre y le anduve acompañando durante toda la noche, él antes de salir de casa, así me lo pidió, cosa que me extrañó bastante, pues no era yo muy mayor todavía, tenía siete años por aquél entonces.

Recorrí todas las calles posibles del pueblo a la vera de mi padre, fue entonces, cuando realmente me empapé bien de esa devoción, de ese sentir profundo que tiempo atrás me quiso transmitir mi padre. De vez en cuando, alargaba su mano para que yo me acercase, me pegaba a él, como queriendo a través de los poros de su cuerpo, traspasarme lo que en esos momentos él sentía.

Y llegó horas de madrugá, momento de la recogida, de nuevo en la plaza de la iglesia, allí me encontré de nuevo con mi madre y mi tía, que se acercaron hasta el mismo paso de la Virgen, ¡¡Que doló de mi niño, estas cansaito verdad hijo!! No Omá, estoy bien, no estoy cansao.

Los pasos, se habían parado para hacer el último descanso antes de la recogida, la banda de música seguía tocando marchas cofrades, de pronto, veo como mi padre se sale de su posición, y entre el gentío que rodeaba el paso, intenta ir hacia la parte de delante, esta al lado del capataz, algo le dice, al pronto, mi padre se queda mirando fijamente a su Virgen y comienza a cantarle una Saeta, con voz rota por la emoción. Emoción de la que se contagiaron mi madre, mi tía y otros muchos a los que yo abarcaba a ver, su hermano, mi títi Manolo, apoya su brazo en su hombro, mientras mi padre finaliza la Saeta.

¡¡Y es entonces!! Cuando me llama, yo miro a mi madre, y ella todavía emocionada me dice ¡¡Anda mi niño, ve con él!! me acerco, me coge y me levanta con sus brazos, nunca estuve tan cerca de la Virgen, la podía incluso tocar ¡¡Virgencita mía!! oigo a mi padre decir... ¡¡Este es mi hijo Gonzalo, cuídale y haz que algún día, te pueda yo sacar junto a él!!.

Deudas dejé en la memoria, si, deudas que no pudieron pagarse, con mas pena que gloria, el exilio duró demasiado, mi padre tardó veinte años en volver a vivir su Semana Santa en el pueblo, ya mayor, enfermo y sin fuerzas para ver cumplida su promesa...

 

P.D. En la Semana Santa de 2017, tras yo sufrir un grave infarto, vine al pueblo para dar gracias a Nuestro Padre Jesús del Gran Poder por mantenerme con vida, ese miércoles por la noche y con una imagen tuya Opaito, salimos los dos a procesionar. No se pudo en su momento, por eso ahora, si podemos dar por cumplida aquella promesa que hiciste Opaito...

                                                                                                   ** En recuerdo a mi Padre **

Pluma de : Dogoan.

 

 

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Toñi Curado
hace un año

Que bonito !!! La semana santa de mi pueblo

Ana Lozano
hace un año

Precioso

Mónica Pérez
hace un año

Tantas veces como la lea, tantas veces me emocionaré

enero 03, 2024

 

                                                      ¡¡ Y NO ME VEÍAS!!

Allí estabas, apenas al alcance de un abrazo mío ¡¡Y no me veías!! Que historia se paseaba al otro lado de aquella ventana, que atravesabas con esos ojos hundidos, sombríos y tan tristes ¡¡Es la vida...Opá!!

Esa vida tuya, que tan dura ahora te ha venido, con lejanos recuerdos y recientes temores, te vi tan encogido y tan desprotegido, ¡¡Y no me veías!! Quise gritar tan fuerte como pudiese, para que supieras que te extrañaba ¡¡Para que me vieses Opá!! Solo eso, no pedía mas.

Fui testigo de dolor aquél día... Cuando te esforzabas por calzarte y cada uno de los zapatos, se hallaba en él pie equivocado, y lloré... Poco a poco te estabas ausentando de mi vida, te escapabas irremediablemente de la razón, de la realidad de tu vida, pasada y presente, caminabas lentamente hacía el olvido ¡¡Y no me veías!!

Yo ya no era tu hijo, y era ese lenguaje tan extraño y nuevo en ti, el que sostenía esos momentos de estar a tu lado, el seguirlo ¡¡Dolía!! Como duele todavía, aquél pellizco que me diste en el brazo en  aquél pasillo lúgubre, diciéndome ¡¡Sácame de aquí, que yo no estoy loco!! en aquel minuto de conciencia que te venía, y tenías razón Opá, no estabas loco, pero necesitabas ayuda especializada.

Porque vino aquél hijo de puta, que en tu cabeza se metió y tu cerebro se llevó, pero era entrar en esos minúsculos espacios de tiempo, en los que volvías a ser tu, que disfrutaba de tu mirada, tu sonrisa, tus historias, que casi siempre, tenían que ver con nuestras vivencias en la carretera, acompañándote desde chico en tantos camiones, y era entonces cuando...¡¡Si me veías!!

Ya no te podré pedir perdón por lo que quizás no te di, por esos quebraderos que te pude dar en mis jóvenes arrebatos, por no entender tu amor tan silencioso...Aunque yo sé que me querías.

Tuve que aprender, sin poder asimilar tu frágil existencia, a apoyar tu cabeza en mi hombro e intentar aliviarte de tus miedos, a convertirme de algún modo en...¡¡Padre de mi padre!!

¡Que tristeza y dolor tan grande te han herido? Que ya te vas pero sigues estando, y tus manos, carentes de todo tacto, que se aferran a las mías y ese beso al despedirme, casi imperceptible ¡¡Y no estas!! Y no esta tu figura de padre, tu consuelo a mis penas, ni esos momentos sublimes frente a tu puerta, para pedirte que me llevaras contigo.

Te ibas de mi vida y te fui extrañando, no quise que me vieras llorar tu ausencia, pues caminaremos de nuevo de la mano, por esos senderos donde nos lleven tus sueños.

Y ya no veré tu rostro ni tu veras el mío, pero yo... ¡¡Lloraré nuestras lágrimas!!

                                   (+ 22 de Junio del año de Nuestro Señor de 1997. D.E.P. Opá)

 

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Ana Lozano
hace un año

Siempre en nuestro corazón, y el desde cielo nos cuida.

José
hace un año

Me gusta lo que a escrito de nuestro padre

Mónica Pérez
hace un año

😭

                   

                        ** Los Doce Espadas de Híspalis 2 **

...Finalizada la pequeña celebración, del cuadragésimo tercer aniversario del Gran Maestre Sir Thómas Preire Martán, todos los hermanos se retiraron a sus aposentos en la Posada, a excepción del hermano Di Lappia, el cual seguía en la compaña de su Señor... Quisiera reclamar su atención un instante, ¡¡Guste vuestra merced mandar Gran Maestre, que yo tendré por bien el cumplirlo!! Hermano Di Lappia, alerte al resto de hermanos y tenga a bien, disponer de lo necesario para nuestra partida, pues en la hora media del día, y aunque no es mucho el trecho a recorrer, debemos hallarnos con tiempo en la fortaleza de Cote, donde Dios mediante, daremos la bienvenida a un nuevo hermano a la Orden.

¡¡Honorable hermano!! ¿Tendríais a bien, compartir con este vuestro humilde servidor, la identidad del candidato?

Pues no veo impedimento alguno, por el que no debáis saberlo hermano Di Lappia, teniendo en cuenta, que junto al hermano Di Marinni, seréis los padrinos del aspirante. Su nombre; Gonzalo de Hornos, actual Duque de Encomiendas, un notable bienhechor de nuestra Orden. ¡¡Pues no se hable más mi Señor, marcho presto a disponer nuestra partida!! No hubo pasado mucho tiempo en él que Los Doce Espadas, encima de sus monturas, enfilaban el sendero de Sevilla por el cual atravesarían La Villa del Morejón, hasta llegar al punto al que llaman "Nuestra Señora de Los Ángeles", donde torcerían hacía la derecha, camino del Condado de Coripe, el cual les llevaría a los dominios de Cote.

Cuando llevaban andado tres cuartas y teniendo Cote a la vista, decidieron hacer un alto en el camino en el sitio de " La Venta del Potaje" ¡¡Hermano Di Lappia!! estamos a una cuarta de nuestro destino y próxima la hora del nuevo bautismo, es por ello, que nada más llegar, dispongan ataviarse de sus mejores ropajes como la ocasión merece.

Pierda cuidado Gran Maestre, pues estaremos a la altura de tan solemne acto, Pues bien hermanos, no demoremos más y acometamos el tramo final.

Ya en el Castillo de Cote y  bajo el ápside central, se hallaban el Duque de Osuna, señor de las tierras, y el representante de la Iglesia Monseñor Deza, los cuales presentaron sus respetos a Los Doce Espadas.

Como era de prever, a la hora media del día hace su entrada el aspirante; Dº Gonzalo de Hornos. ¡¡Bien hallados y en la gracia de Dios sean vuestras Mercedes!! dirige a los presentes, ¡¡De igual manera, así sea la vuestra!! le corresponden...

El Gran Maestre toma la palabra; Bien señores ha llegado el momento, procedamos con él motivo que nos ha traído hasta aquí en el día de hoy. En silencio de oratoria, todos los presentes de dirigieron hacia la Capilla del Castillo, una vez allí, el Gran Maestre y sus Espadas, se dirigieron al altar que preside una imagen de María Magdalena y un gran Crucifijo suspendido desde el techo.

Rodilla derecha en tierra y apoyadas las manos en sus espadas, se recogen en oración, dando por finalizada la misma,  a una sola y viva voz con; "Non Nobis Domine, Non Nobis, Sed Nomine tu da Gloriam".

Se irguieron Los Espadas y reclamando el Gran Maestre la atención de los presentes, se dirige al aspirante...

¡¡Dº Gonzalo de Hornos, ha querido vuestra Merced, elegir nuestra compañía renunciando al mundo, más no ha sido recibido al instante, sino, conforme a lo que dicta la regla; "Probad es espíritu si es de Dios" va a ser aceptado, una vez probado este.

Se leerá en su presencia la regla, y si yo, el Gran Maestre y los hermanos aquí presentes, tuviéramos a bien él aceptarlo, hará patente su deseo y petición. Llegados a este punto, le someteré a un interrogatorio ritual, para el cual, solicito de los hermanos Di Lappia y Di Marinni, tengan la bondad de franquear al aspirante, ¡¡A la Orden mi Señor!! contestan ambos al unísono, pues harán las veces de padrinos.

Dº. Gonzalo de Hornos, yo le pregunto ¿Busca la compañía de La Orden Templaria y desea participar de sus obras espirituales?

¡¡Si Gran Maestre, busco y deseo!! Busca algo muy grande sin conocer los duros preceptos que en esta Orden se observan, nos ve con hermosos hábitos y hermosas monturas, pero no conoce la vida austera que llevamos en la Orden, querrá estar a este lado de la orilla y le enviarán al otro, deseará dormir y tendrá que levantarse y padecer hambre cuando quiera comer; yo le pregunto ¿Soportará todo esto por él honor de Dios y la salvación de tu alma? ¡¡Si Gran Maestre, lo soportaré!! ¡Deseamos saber, si cree en la fe Católica? ¡¡Si Gran Maestre, creo en ella!! ¿Ha entrado en alguna otra Orden o está atado por lazos del matrimonio? ¡¡No Gran Maestre, no lo estoy!! ¿Está excomulgado por vuestra culpa o por cualquier otro motivo? ¡¡No Gran Maestre, no lo estoy!! ¿Ha prometido algo o hecho alguna donación a un hermano de la Orden para ser admitido en ella? ¡¡No Gran Maestre, ni prometido ni hecho!! ¿Tiene alguna enfermedad oculta, que le imposibilite para servir a la Orden o le impida combatir? ¡¡No Gran Maestre, no la tengo!! Dº. Gonzalo de Hornos, habiendo respondido satisfactoriamente a estas preguntas, quedará solo en la instancia para que ore y medite durante un rato. Mientras tanto, Thómas Preire Martán y el sequito que le acompaña, salen al exterior de la capilla para dar privacidad al aspirante. Al cabo de algún tiempo, vuelven los dos espadas que actúan como padrinos y le preguntan al aspirante, si persiste en su petición de ser admitido, ante una nueva respuesta positiva, se retiran de nuevo para informar al Gran Maestre. De nuevo en el interior de la capilla, el aspirante es conducido por los padrinos a presencia del Gran Maestre y del capítulo allí reunido, ¡¡Dº. Gonzalo de Hornos!! solicita el Gran Maestre, ¿Tiene algo que exponer? ¡¡Si Gran Maestre, lo tengo!!

Exponga pues, sentencia el Maestre...

¡¡Señor, he venido ante vos y ante los hermanos aquí presentes, para suplicaros por Dios y por Nuestra Señora, que me acojáis en vuestra compañía y me hagáis participe de los favores de la Orden!! A continuación, el Maestre le solicita al aspirante, que confirme una vez más, las respuestas que ya ha dado a las preguntas formuladas por él y que jure que son del todo punto verdad.

Después del juramento, el Maestre se dirige de nuevo al aspirante; ¡¡Debes jurar y prometer a Dios y a Nuestra Señora, obedecer siempre al Gran Maestre de la Orden, observar la castidad, los buenos usos y las buenas costumbres de la Orden, vivir sin nada propio y solo tener aquello que te haya dado la Orden, hacer cuanto sea posible para prevalecer todo aquello que se ha ganado en el Reino de Jerusalén y conquistar lo que falta por venir, y si le confiaran bienes del Temple, debe jurar guardarlos bien, más no abandonará la Orden ni en la felicidad, ni en la desgracia, sin la habida cuenta del Gran Maestre.

El aspirante presta juramento, comprometiéndose a cumplir todo lo antes dicho, a continuación, el Gran Maestre pronuncia la exhortación solemne a la que seguirá un nuevo interrogatorio al aspirante.

¡¡Gentil hermano!! no debe buscar la compañía de la Orden; ni para poseer riquezas, ni para dar gusto a si mismo, ni para recibir honores, sino solo para tres fines; Uno, para renunciar al pecado de este mundo, dos; Para servir a nuestro Señor, y tres; Para ser pobre y hacer penitencia en este mundo y así salvar tu alma en él más allá.

Tras una breve pausa, el Gran Maestre continua el interrogatorio sobre él aspirante; ¿Quieres ser siervo y esclavo de la Orden,  todos los días de tu vida desde ahora? ¡¡Si Gran Maestre, si es la voluntad de Dios!! Bien siendo esto así, dígnate salir y ruega a nuestro Señor que te ilumine.

Habiendo salido de la capilla el aspirante, el Gran Maestre y el capítulo deliberan; el Maestre solicita, si algunos de los presentes conoce algún detalle que impida o desaconseje el aceptar al aspirante. Al no haber objeción alguna, el Maestre pide a los padrinos que vayan en busca del aspirante y lo traigan de nuevo a la capilla, donde será sometido a la última serie de preguntas, las cuales son contestadas satisfactoriamente con un; ¡¡Si Gran Maestre, si esto complace a Dios!!

Acabado el interrogatorio, el Maestre pronuncia la formula de admisión; " Nos, en nombre de Dios y de nuestra señora Santa María, del señor San Pedro de Roma, del Papa y de todos los hermanos del Temple; Te admitimos a todos los favores de la Orden y así te prometemos el pan y el agua y la humilde ropa de esta casa".

Con estas palabras, el aspirante dejaba de serlo, para convertirse en miembro de la Orden del Temple, a continuación, el Gran Maestre le echa el manto y anuda los cordones en torno a su cuello, lo bendice y todos a una sola voz recitan el salmo; " Ecce quam bonum iucundum habitare frates in unum" o lo que es lo mismo; "Mirad cuan bueno y delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía"...

Monseñor Deza, reza la oración del espíritu santo, el Gran Maestre levanta con sus propias manos al que se haya arrodillado, lo besa fraternalmente y tras él, el resto de hermano Templarios presentes en la ceremonia, para concluir el Gran Maestre con las palabras... " Id, Dios os hará mejor.

 

 

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                                                                                                                          ** ÚLTIMA LEVANTÁ **

                                                         (Primer Premio Certamen relatos Cofrades, Montellano 2014)

Un niño decían algunos, no aguantará decían otros, pero él, que llevaba todo un tiempo pese a su corta edad esperando ese momento, no le importaba nada ni el cansancio, ni los comentarios de la gente, nada de nada. porque estaba donde realmente deseaba estar. Era un miércoles santo, cuando  por  primera vez, Juan al igual que otros tantos jóvenes, hacían su desfile procesional como nazarenos de su cofradía. Así comenzaba, la andadura de Juan a la edad de doce años, dentro de la que él llegó a considerar su otra familia.

Pasaron algunos años desde aquél entonces, años buenos y menos buenos, por los que él y sus hermanos cofrades tuvieron que pasar y de los que supieron sobreponerse.

Casi sin darse cuenta, aquél niño que llegó tímido y reservado al que fue su primer desfile procesional, se hizo hombre, y tras años de impaciencia y ferviente deseo de conseguirlo, ¡¡Por fin lo lograba!!, era otra meta alcanzada.

Corría el año 1990, un año como otro cualquiera menos para él, ese sería especial y le causaría honda huella. Recién acabada la carrera de magisterio, cuando apenas superaba los veinticinco años, pronto le llegaría esos días de recogimiento, de pasión, de ilusión y padecimientos, de esperanzas y fraternidad, y en él como en todos, un mismo punto en común; el deseo de seguir trabajando día a día por una tradición, por ese sentir que la familia cofrade bien conoce: ¡¡La pasión por sus imágenes!!

Le llegó ese momento de complicidad, de risas, de hermanamiento, esos que preceden a tan ansiado momento como es; ""La Igualá". Ensimismado se hallaba en sus pensamientos, que no se dio cuenta de que se le acercaba una persona apreciada por él y amigo de la familia desde tiempos remotos, artífice principal, de que Juan se hallase en él lugar en que ahora se hallaba.

Persona conocida y respetada en círculos cofrades, por su larga trayectoria en pro de los mismos y actualmente desempeñando el cargo de hermano mayor, y por ese año, las veces de capataz de su cofradía, la misma a la que Juan pertenecía.

¡¡Juan amigo mío, por fin lo has logrado, ya eres uno más de los nuestros!!, le dice Vicente, un tremendo nudo le oprimía el estómago, que no le permitió articular palabra y casi sollozando se abrazó a él, con un solo pensamiento en sus adentros; estar a la altura del honor que se le concedía. Cuando estuvieron todos ubicados en sus posiciones y como surgiendo de la nada, se oye esa voz que encauza él camino hacía la semana grande; La Semana Santa, La Primavera de Dios.

¡¡Manolo!! llama Vicente al patero de atrás, y dando tres toques con el llamador... ¡¡A esta es!!. Es entonces, cuando un sin fin de sensaciones ocultas hasta ese momento, surgen como un torrente; nervios, emoción, mucho coraje, y porqué no decirlo también, incertidumbre, miedo, miedo en Juan por esa primera vez, por no saber si sería capaz o si su cuerpo aguantaría.

Sexta trabajadera, fijador izquierdo, ya tenía Juan su sitio al lado de sus hermanos, hermanos que fueron sus guías para que él llegase a ser buen costalero y cofrade, y quienes les hicieron sentir las procesiones, como premio a una labor bien hecha.

Todos a una, llegaron a ser como su cireneo bajo la parihuela, le enseñaron todo lo que había que saber y sobre todo le enseñaron a tener humildad y compasión por un hermano necesitado. Pasó su primer ensayo y desde ese instante, un solo pensamiento en su mente; que pasasen rápidas las horas, pues no veía el momento de colocarse de nuevo, " la faja y él costal".

Ensayo tras ensayo, se acercaba el momento cumbre por él que tanto se había trabajado¡¡ El ansiado miércoles santo!!. Juan, persona luchadora de gran carisma y buen talante, para él que no había metas imposibles, persona quizás, implicada en extremo en su trabajo y en todo aquello que se propusiese hacer, exigía a su mente estar activa la mayor parte del día, viviendo en un continuo ajetreo, que en ocasiones le debilitaba tanto física como psíquicamente.

Deportista consumado; se levantaba todos los días a las cinco de la mañana para ir a correr antes de acudir al trabajo. Loli su esposa, con la que se había casado no hacía mucho tiempo, le advertía; Juan, tienes que tomarte la vida con más tranquilidad, si no. este ritmo que llevas te acabará pasando factura.

Y llegó, llegó y pasó el domingo de ramos y lunes santo, y ya el martes en su noche, a Juan le costaba conciliar el sueño, pues aquello que tanto había deseado, estaba próximo a cumplirse. Los nervios le podían, paseaba arriba y abajo de la casa, consumiendo un cigarrillo tras otro, al final, el cansancio hizo mella en él y pudo dormirse.

Pocas horas de sueño más tarde, ¡¡Ya esta, llego el día!! Juan se levantó de la cama como alma que lleva él diablo, lo primero que hizo, fue asomarse a la ventana de su cuarto y mirar para el cielo, pues no hay nada que se teme más en esto días que la lluvia.

Pero no, el astro rey quiso ser benévolo y dejar un majestuoso día para que los pasos con sus benditas imágenes, pudieran ser admiradas y veneradas por las calles del pueblo.

Juan salió de su casa, asegurándole a su esposa que no tardaría en volver, pues intención tenía de recogerse en la tranquilidad del hogar hasta llegada la hora, tan solo se iba a acercar al Viñita a desayunar con Vicente y ya mismo estaría de vuelta.

Como así fue, Juan pasó la mañana sentado en una mecedora en él salón de su casa, conversando con Loli e intentando dominar al mismo tiempo, ese come come en el estómago de la primera vez. Recibió con mucha ilusión y cariño, una faja muy distinta a la suya, faja por la que sentía especial devoción, ya que fue llevada por su padre y su abuelo antes que él, y que esa mañana, ambos depositaron en sus manos. Faja con historia, faja blanca símbolo de pureza, aunque ya él paso del tiempo, apagó un poco su luminosidad. Juan la miraba absorto entre sus manos y para si decía... ¡¡Cuanto dolor no habrás aguantado, que de sentimientos y sufrimientos no habrás conocido y cuantas lágrimas no te habrán vertido!!.

La mar de bien almorzó Juan ese día, pues Loli hizo a conciencia un buen potaje de garbanzos con arroz, con todos sus avíos, para que su marido fuese con fuerzas, pues serían muchas las horas que pasarían, hasta que pudiese pegar bocado de nuevo.

Cinco de la tarde, le llegó el momento de las vestiduras, no sin cierto nerviosismo que le entorpecía a la hora de querer atarse las zapatillas, Loli al verle, se acercó para ayudarle. Se colocó la camiseta con el escudo de su cofradía, el costal y la faja perfectamente enrollados y como aún le sobraba tiempo, se sentaron a la mesa y juntos disfrutaron de es cafelito a media tarde.

Loli lo miraba embelesada, con orgullo, sabedora de lo que ese momento significaba para él, apuraron el café y levantándose para irse, Juan se abrazo a ella y con un beso se despidió hasta la madrugá, aunque iría viéndola durante los relevos en la procesión, pues la intención de Loli, era ir detrás del paso echando promesa. Compungido iba, pues se había desbordado toda expectativa que tenía de su primera vez. Avanzaron por las distintas calles del pueblo que comprendía el recorrido, recibiendo el calor de su gente, que caía en ellos como un bálsamo mediante el cual, regeneraban fuerzas para seguir racheando.

Fueron pasando las horas y el peso ya se iba acentuando en los costaleros, quizás Juan lo notase más que sus hermanos, se notaba muy cansado, hacia rato que le había parecido por un instante que se mareaba y le faltaba respiración.

Pero es entonces, cuando un soplo de vitalidad te llega a través de esa voz amiga, familiar o incluso anónima, que te empuja a seguir aferrándote a ese palo para realizar ese último esfuerzo, por todos aquellos que desde temprana hora se echan a la calle para verte procesionar.

Lógicamente, todo lo que empieza tiene que acabar, aunque a veces uno, desearía que no fuese así, pasaban unos minutos de las dos de la madrugá, cuando en Juan se acrecentaba el sentimiento de la pena, al estar próximo a su fin, el que fue su tan ansiado día. Apenas unos metros, separaba el paso de la entrada de la iglesia, un descansillo y una vez más se oye la voz de Vicente; ¡¡Oído, esta última levantá va por todos ustedes señores!! ¡¡A esta es!! Nadie quería que ese instante finalizara, chicotá eterna y la señora meciéndose como nunca para entrar muy lentamente de nuevo a su casa, Se oyen aplausos y vítores de la gente y...

¡¡Señores, Ahí queó!! sentencia Vicente.

Ya estamos en casa Juan, le dice Agustín, otro miércoles glorioso que se acabó, ahora a esperar todo un año para volver a disfrutar de todo esto, una lastima no Juan. ¡¡Quillo no me oyes!! Pero qué... ¡¡Juan estas bien!! ¿ que te pasa hombre? di algo estas blanco, no se Agustín, no... un dolor aquí, señalándose el pecho, ¡¡No veo Agustín!!.. ¡¡Juan, Juan, Nooo, ayudaaaa.

¡¡Dios mío!! ¿Qué me pasa? ¿Dónde estoy? No me puedo mover, lo intento pero no puedo, aunque me da la sensación de ir suspendido en él aire. Estoy tumbado, quizás dormido y me halle soñando, no lo se... ¿Me oye alguien? Nadie acude, estoy solo pero ¿donde? Vago de un punto a otro de mi mente intentando hallar una explicación a lo que sea que me ha venido, pero ella no me dice nada, está en blanco, como si no hubiese tenido existencia, ¡¡Ah, que sensación tan mala!! ¡¡Que pesar más angustioso!!

Pero... ¿Cómo es posible? si no siento ni padezco nada, ¡¡Juan, Juan!! Ahora si, es Loli la que me llama, ¡¡Pero su voz!! Su voz parece estar rota por el dolor y proviene de aquél grupo de gente que hay en la entrada y que desde aquí no distingo bien, ¿Pero que está pasando aquí? ¡¡Ese grupo...Mis hermanos!! reunidos al lado del paso de la virgen, ¡¡Eh!! ¿Qué es lo que pasa? ¿Porqué no me habéis avisado? ¿Y porqué no me contestáis? ¿Porqué lloráis todos? Haber dejarme pasar.

¡¡Oh Dios mío!! no puede ser, ¿Pero como es posible? Si yo estoy aquí entre vosotros, ¡¡Es que no me veis!! ¡¡Nooo!! yo no soy ese que está tumbado en él suelo y al que Vicente intenta reanimar, ¡¡Loli no llores, si estoy aquí a tu lado!! ¿Tu tampoco me ves?

¡¡Nooo, de ninguna manera!! Todavía no es mi hora, ¿Porqué en este día, este costalero se tiene que despedir de su cuerpo? Ese cuerpo que sirvió para llevar bajo sus pies, a la Reina de los cielos, ¡¡Nooo!! todavía no es mi hora, me queda mucho camino para andar, y ante todo, ¡¡Yo quiero seguir siendo costalero y poder colocarme de nuevo, la faja y él costal!! Pues costalero me hicieron al nacer, por la sangre que me corre de aquellos que también lo fueron antes que yo.

¡¡Más ya no podré, oh, reverendísima Madre!! Pues esta fue... ¡¡MI ÚLTIMA LEVANTÁ!!

 

A Juan José L, Marruedo.                                                                                                                     Pluma de: Dogoan.

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Toñi Curado
hace un año

Emoción y pelos de punta

** TE QUIERO Y TE ALEJAS**

Te he estado queriendo demasiado tiempo, ¡¡Como querer dejarlo ahora!! Tu estás cansada y quizás quisieras ser libre, pero yo te digo, que mi amor crece mucho más fuerte mientras tú te vas convirtiendo en un hábito para mí.

Te he estado amando desde hace tiempo y no deseo dejar de hacerlo, pues contigo, mi vida es maravillosa.

¡¡No quero dejarlo ahora!! Tu estás ausente y noto como tu amor se va volviendo frio, ¡¡Pero vida!! mi amor sigue creciendo fuerte mientras que nuestra aventura, se va haciendo mucho más vieja.

Hemos estado queriéndonos por mucho tiempo y no debemos parar ahora, nos hemos querido un poco demasiado, y no se debe parar ahora, impidamos que nuestra rueda se pare ahora.

Desvelos, tu querer me ocasiona, delirios al saberme amado, la cordura hasta se me nubla y mi alma se rejuvenece.

¿Por qué ahora? ¡¡Ahora si te alejas!! Y yo ahora tendré que aprender a llorar, a clasificar cada una de mis lágrimas por sentimientos o mal comportamiento.

Voy a tener que aprender, a ocultar lo que desde mi interior siento por ti, tendré que silenciar los pensamientos hacia ti, tendré que aprender a olvidarte, sacarte de mi corazón, aunque mi realidad sea otra bien distinta.

En nada deseo vivir sin tu amor, no ver esa mirada tuya, ese deslumbrante brillo cuando a mi lado estas.

¡¡Pero ahora es tan difícil hacerlo!! Que me estoy muriendo por momentos, ¡¡Asi qué!! estoy pensando en olvidarlo todo e ir a buscarte al principio de todo, pues, no quiero olvidarte y si deseo tenerte y amarte...

 

 Pluma de: Dogoan.

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**CARTA A GERTRUDIS** (+ 17/08/2012)

Es esta una carta dirigida a una gran mujer, mujer que se fue para no regresar, mujer que dejó en mí una huella que el tiempo posiblemente no ha de curar, y que tan solo la muerte con su manto negro, podrá llegar a borrar.

Carta de despedida, renunciando a seguir compartiendo momentos felices, causando desgaste al corazón. Con la lluvia en forma de lágrimas que acompaña mi tristeza y con ese andar sin sentido por esa Calle Hornos, que se queja a gritos ante su ausencia y donde queda el recuerdo de su partida hacía un lugar mejor.

A ti me dirijo...

¡¡Sabes!! comencé el año viajando para verte, hecho inusual, porque mis venidas para tal efecto, se limitaban exclusivamente a la época estival, pero... Sabes una cosa, que antes no y ahora si puedo decirte; tu estado preocupaba y atormentaba mi mente.

Vine al mundo en casa,, como antes se nacía, y fueron tus ojos junto a los de madre, los que primeros me vieron, fueron tus brazos los que cobijo me dieron y bajo su halo protector permanecí, hasta bien cumplidos los ocho años.

Hijo por bautizo me hiciste si con madre no me hallase, fuiste testigo de mis primeros pasos y mis primeras palabras, sanaste esa herida de mi primera caída, conciliaste mi sueño en noches de tormenta, saciaste mi sed en noches de malatía y sosegaste mi temor cuando el reloj de San José daba sus horas...

Tu me sacaste a la calle en la semana grande para nuestro pueblo y por chico, a tu cuadril me aupabas para que así pudiese ver mejor, a Padre y a Títi llevando al que Gran Poder tiene y a su Serenísima madre de Los Dolores.

Como de tu mano, a ver a madre me llevabas, cuando entre guisos y tapas, en el industrial de la calle la cruz se hallaba y donde allí me dejabas por un rato, sentado en los escalones del patio, por donde madre asomaba la cabeza para echarme un ojo de vez en cuando, mientras tú, los mandaos para la casa acarreabas.

No me vistes partir, cuando junto a padre, madre y hermanos, seguí esa estela que otros antes que yo habían tomado, incluida tú y el Títi, que por segundo año os hallabais inmersos en dicha aventura.

Esa estela gris, triste y melancólica para todo el que la sigue, esa estela que te da un título allá donde sea que llegues, un título este; el de "emigrante", que de por vida te sigue si no regresas a tus orígenes, siendo esta, la verdadera y triste realidad para muchos. Pasó un año ¡¡Y que inmensa alegría se apoderó de mi!! cuando por la puerta de la extraña tierra te vi asomar, ¡¡Venías, venías para verme!! Que gran momento aquél y que jubilosos días aquellos en que juntos estábamos, días que se fueron sucediendo en él tiempo cada vez que seguías la estela para llegar hasta mí.

Se me fue madre y al poco allí te tuve, y aunque tan solo por unos días fue, tu consuelo que bien me vino. A petición de padre, a la hermana chica te llevaste, pues que creciera sin la figura materna, no le parecía lo más apropiado, y aunque así, también yo lo entendía, la pena me podía por no ser yo el que contigo se venía.

Pasaron los años y tan solo por letras supe de ti, hasta llegado ese momento en él que unir mi vida a otra decidí, ¡¡Y allí estuviste!!, dándome esos últimos retoques para el gran momento, triste pero a la vez feliz; pues madre no estaba pero tu me aceptaste el ocupar su puesto.

Me despedí de ti con un hasta pronto ese día, pues propósito tenía, que las veces para verte nunca más resultasen tardías.

Al siguiente verano y por primera vez en dieciocho años, posé mis pies en Montellano, mandé al taxista que me dejara en una de las puertas de la Plaza, en el Pecho Bernardo, pues quise andar lo que de chico anduve cada vez que venía a verte.

Giré por Boyerito, para dar los primeros pasos por la calle que me vio nacer, y a lo lejos, allí estabas escobón en ristre, barriendo la calle, te llamé y no me oíste, alcé y agité mi brazo para llamar tu atención y al pronto supiste quien era, y por mucho que a gritos te pedí, tu no parabas y calle abajo a mi encuentro te hallabas.

Se me fue padre y allí te tuve de nuevo, lo mismo que un veintiséis de abril a tí se te fue lo que más quisiste y esta vez al yo poder, a tu lado me tuviste.

Encontrándote ya sola, no hubo verano que faltase a mi cita, que al igual que este, junto a esposa e hijos acudía para verte, pero era este muy diferente a los otros, pues no venía con mucha alegría por verte, ¡¡Por verte así!! de esa manera, por no verte en casa como siempre, sonriente a mi llegada, por tenerlo que hacer tras las puertas de esos largos pasillos por donde solo hay lamentos.

Hora tras hora viví tu agonía, y creció en mi la ansiedad y el dolor, pues largos fueron los días con sus noches de vigilia, rememorando lo grande de tu persona, grande como un océano, océano que ahora se secaba y no por calor, que algunos al verte sintieron frio. Enferma, marchita ya de tus juveniles flores, nublado el sol para ti, débil para emprender una última batalla por la vida, lo mismo que un septiembre tu estuviste cuando yo abrace a la vida, este agosto estoy yo, para ver como tu dejas de abrazarla.

Te gustaba pasear en coche, según me decías cada vez que en el mío te llevaba, aunque conmigo no ibas ese día, dimos el último paseo, pues obligue pasar por algunas calles del pueblo, al coche que detrás de mi, tumbada hasta San José te traía, donde adiós se te daría para después llevarte junto aquél que no olvidarías.

No asimilé tu derecho a partir en ese día, en silencio, a tu hora y sin mi consentimiento, acepté ese dolor al extrañarte y ese enojo inexplicable porque al partir me abandonaste.

Se cumple hoy un año de tu partida y a ti estas palabras dedico, aún me parece imposible el que te hayas ido y busco inútilmente explicaciones, mejor acepto la realidad, sabiendo que de nuevo el destino volverá a unir nuestros caminos.

                                           A trece de agosto de dos mil trece.                   Hasta siempre tita...                   

 

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                                                          ¡¡Ay!! MI GENTE DEL CAMPO

¡¡Ay!! Mi gente del campo, rodeada de olivos cargaditos de sus hojas verdes, pisando terrones y secándose el sudor de sus frentes, cuando una bandá de pájaros les llega y con su canto les ameniza ese bien merecido almuerzo que les alivia.

La tierra árida, es fiel testigo de su caminar cansado, caminar hondo de sufrimiento, ¡¡Y sus manos!! hinchadas, callosas y agrietadas, y que aún así, las aceitunas esperan que ellas las recojan, mientras lamentos retumban de su congoja.

Los vientos se llevan el eco de esos lamentos, que sin rumbo alguno van en busca de sentimientos.

¡¡Que desprotegida se tiene a mi gente del campo!! Ellos que recogen sus frutos y nos llegan para disfrutarlos, pasando calor y frio se haya mi pobre gente; riendo, llorando y sufriendo siempre mi gente del campo...

 

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                                                                     ** LA FUENTE**

Era una clara y soporífera tarde de verano, las mujeres renegrías y polvorientas por el camino, asomaban por las distintas calles que a la fuente se abrían. Guiadas cada una en solitario, por la sonora melodía que él agua de la fuente vertía, sobre la piedra fría su renqueante monotonía...

Mujeres con sus cantaros en el cuadril y la chiquillería con toda su algarabía, que por chica, con sus manitas se agarraban al delantal de ellas sus guías.

¡¡La fuente cantaba!! ¿Te acuerdas?

Si, un sueño lejano es, pero su canto sigue presente en la memoria de aquellas gentes, que en las tardes lentas de verano acudían a la fuente. Yo no se que decían las coplas de aquellas mujeres, que con amargura o sin ella, sonrientes acudían a la fuente a sus cantaros llenar, y como ensimismadas, veían él discurrir del agua sobre aquellas piedras frías.

Sé, que sus cristalinas aguas fueron testigos de poetas cantores, de romances y delirios de amores, de leyendas de antiguas alegrías y leyendas viejas de melancolías.

Quitaste la sed de todo aquél que su boca ardía y escuchaste de sus labios, las penas que en sus almas tenían.

Fue una tarde de verano, el clamor de la fuente dijo adiós para siempre, su eterna alegría, su latente monotonía se convirtió en pena ese día.

Adiós para siempre ilustre testigo de tantos frentes, de tantas algarabías, de tantos amores y desamores, de penas y alegrías.

En la plazuela, carente de flujo de vida, sola, con él amor de su piedra fría, reposa la sombra de la que un día fue...

Fuente de agua cristalina y hoy agua muerta es.

 

Pluma de: Dogoan.

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** LA PLAZOLETA **

La plazoleta, las ranitas, plaza de Andalucía...

Diferentes nombres, distintos años pero el mismo sello de distinción, la misma alegría desde bien temprano, la misma camaradería y amistad, edades jóvenes, medianas y mayores la pisan y la viven a diario.

Punto de encuentro desde que los años dejan memoria, despacito, como si quisiera parar o ralentizar el tiempo.

Subo por él lateral derecho y lo primero an cá Nieto y Esmeralda me meto, un boletito le hecho haber si a la suerte tiento, dos o tres pasos y an cá Ernesto a comprar ropa o tela para hacerla, entro.

Al salir, y como hoy me toca guisar pero en la casa no tengo ná, en busca de Concha la de la Plaza voy, pa que me venda unos tomates, pepinos, cebolla y picaillo hecho está, pa compañá, al puesto de Juan Ceballos se va, pues unos boqueroncitos fresco seguro me voy a llevar.

Por hoy ya voy ya voy aviáo con mis mandaos, volveré a este idílico templo al que llamaron Plaza de Abastos y tantos rostros no llegaría a ver. Hoy no, hoy está ciega por la ceguera de unos cuantos, haber si otro día vengo y realmente se vuelve a oír esa musiquilla que provocaban las voces de sus vendedores.

Por supuesto pan no me ha de faltar, por lo qué, del Sagrado Corazón de Jesús me lo pienso llevar, y como tempranito es todavía, café y tostá en él Tarufo me siento a tomar, no, ni, ná.

Ya con el estómago lleno y templao, toca levantarse y seguir con los mandaos, a la botica voy a por unas cosillas y al salir...

A Francisco el cuponero, que en la esquina de Agustín está, a por un cupón del día haber si con suerte nos viene ya.

A mi casa voy a los mandaos soltar y como es medio día, calor hace y no tengo ganas de guisar, a la calle de nuevo me hecho y an cá Agustín con su cervecita fresca me pienso aliviar.

Tres o cuatro fresquitas y ya voy bien apañao, pues hasta sin tabaco me queao y al estanco de María  Dolores voy antes de que lo tenga cerrao, que la hora de almorzar es; y a Antonio y Manolo en el Viñita, hay que ir a ver.

David, descanso debe tener, ¡¡Pienso yo!! pues las puertas del Deli no abrió hoy a la hora del sol.

Hay un dicho que dice; que el que no tiene cabeza, pies ha de tener...

Pues con ellos, al Autoservicio de Berdún entro, que en la mañana algo olvidao dejé, e Isabel con su buen saber y despachá, bien aviáo saldré pa podé cená. Hablando con uno y con otro; Antonio, Ceballos, Figueroa, Migueli, Caty, Lola, Carmen, Rosarillo, María José, Rosa... Tardecillo se me ha hecho, más veo que Sebastián ya tiene abierto, pues ahí que le voy a que el flequillo me ponga derecho. ** Señoras y Señores, jóvenes de hoy** No son todos los que son, comercios y nombres del pasado, de una parte de Nuestro Pueblo que debemos memorizar, y actuales, que con nuestra presencia tenemos que perpetuar.

¡¡Que como en Montellano no se vive en ningún otro sitio de Andalucía!! Que es un paraíso de sol, de cielo azul, de blancas paredes y verde Sierra. ¡¡Que en nosotros está el mantener su histórica identidad!!.

Gentes con sabidurías distintas han salido de nuestra tierra, y que no solo lo digo yo ¡¡Señores!! Que hasta un Catedrático de la lengua lo llegó a decir, anda que no,ni,ná.

Que somos gente buena y por eso brillamos allá donde vallamos, y lo seguiremos siendo, por la gente que se fue y la que sigue existiendo, que es nuestro sello y distinción y jamás hemos de perderlo, porque Monte y llano habrán muchos, pero amigos míos...

** Montellano solo hay uno, el nuestro.**

 

Pluma de: Dogoan.

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** ALINA**

De tez aniñada y angelical, muy linda, de cuerpo grácil y armonioso, contoneo musical cuando sus piernas echan a andar.

Visión alegre para las retinas que invaden tu sueño, de fácil palabra, educada y condescendiente con todo ciudadano por igual.

Un halo de gallardía y rebeldía le pretende asomar, acaso o quizás por lo temprano de su edad, y más, cuando palabras malsonantes le hacen llegar; la rabia por un lado y su timidez por otro la hacen dudar.

Más como un lince saltaría sobre el interfecto mal educado, y su boca sellaría de un tremendo, sonoro y más que merecido guantazo.

Pero a rectitud y protocolo se debe, aunque injusto sea a veces, juventud divina y gallarda que por su cuerpo cabalga, ¡¡Que no permita jamás humillación!! de quienes conciencia no tienen.

Que por estar en exposición pública, tu que con plata vienes, solo derecho a pedir y dentro de un orden tienes.

Si en tu origen y por ley, a la mujer la consideráis mas menos que nada, en esta bonita tierra de fe en la que tu te hayas, ¡¡La mujer!!

es lo más lindo que Dios pudo crear, se la respeto porque él así lo quiso y la seguimos respetando porque nosotros así lo queremos, ¡¡Y los que no estén de acuerdo!!; maleta y a tomar por contra viento, que de seguro su tierra lo vuelve a recibir con buen aliento.

Pero si por contra, decidís quedaros en nuestra Hispania, debéis de saber y aprenderlo bien aprendido, Tú y todos los que sean de tu mismo parecer, todo esto que os digo.

Porque aquí a la Mujer, ¡¡Se la Ama y no se le Avasalla!!.

 

Pluma de: Dogoan.

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** A ELLA**

Del color del ébano su piel tiene, brillante, tostada por él sol que calienta la tierra que la vio nacer. Agraciada en rostro y cuerpo, melena de castaño que al viento galopa, hoyuelo que su cara produce al sonreír y un punto poco distante para no perderse hacía su boca. La vi o la soñé, no lo se, creo que la escribía y ella me escribía a mí, o tampoco es el caso, no tengo nada claro, una cosa si, que su imagen entro en mi de buen grado.

Del blanco y negro al color, ¡¡Ah!! pues ya lo entendí, su cuerpo publicado en papel yo vi y desde entonces, mi retina la lleva consigo a ya donde mi cuerpo va. Por mi mente divaga día tras día, pues yo quisiera que realidad se hiciera y con mis brazos abarcarla, más pronto hacerla mía y jamás dejarla, pues tormento ya produce sin saber quien es o donde se haya.

Solo su nombre se; Alina, pues al pie de foto impreso iba, ¡¡Que dulce para los labios al pronunciarlo!! Imaginar a ella frente a mi llamándome y la guinda de sus labios son, a los míos uniéndose.

Alina deseo tu amor, pero no callado para que nadie sepa de lo nuestro, oculto me hayo de las miradas hirientes, que avergonzado me hacen sentir de lo que muero por tí.

Deseo tu amor sin vergüenza alguna, sin que haya bocas por detrás que nos critique y nos señale, que sus palabras no nos hiera.

Deseo tu amor como el sol a la mañana y la noche a la luna, sin vergüenzas ni ataduras, sin que nos importe lo que diga el mundo, solo desearnos y amarnos hasta perder la razón.

Deseo gritar a los cuatro vientos, este mi amor por ti, para que me oigan todos y se callen de una vez, porque este amor es verdadero y a ti va dirigido.

Algunos dicen que es prohibido, ¡¡Pero como va a ser posible!! Si es algo que el corazón nos dicta, ¡¡Oídos sordos hago querida!! Pues no quiero más parecer que el tuyo, más si fuera igual al mío, riquezas no tengo, pero entre los más ricos yo me tendría, con solo tenerte amor mío, porque tu eres él; ¡¡Ojala te vea hoy de todas mis mañanas!!.

 

Pluma de: Dogoan.

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                                              ** ALINA** (Capitulo 1)

Mi querida ??? Ala llegada de esta carta espero que te encuentres bien, nosotros estamos bien gracias a Dios... y a continuación se escribía todo aquello que se quería contar a la persona a la que iba dirigida la carta, y luego esta correspondía de vuelta a la otra parte. Esta era la forma o el medio que se tenía para comunicarse, en una época en que los teléfonos eran escasos y no hablo ni mucho menos de los móviles actuales, si no, de aquellos pesados artilugios de ruedas, no existía el internet, ni la fibra óptica, ni los canales de comunicación que hoy en día tenemos.

Gabriel vivía en Alemania a miles de kilómetros de su tierra natal, debido a que sus tuvieron que emigrar del pueblo ante las grandes carencias que habían por el entonces para el sustento de las familias.

Sabía de ella de vez en cuando, a través de las cartas que Alina Hagen Macías le iba mandando desde que eran chicos, es decir, desde que él se fue del pueblo junto a su familia.

A través de la correspondencia de ambos, se mantenían informados de como les iba la vida y de como iba cambiando el pueblo con el paso del tiempo. Llegaron a conocerse como si no hubiese habido separación entre ambos, muy de tarde en tarde se enviaban fotografías siendo testigos con el discurrir del tiempo, del cambio vital que la naturaleza de sus organismos realizaban en sus cuerpos.

Gabriel, del cariño infantil y de amigo que sentía sobre Alina, este se fue convirtiendo en algo que él todavía no entendía muy bien, sólo sabía que la imagen que veía últimamente de ella ya no era como las anteriores. Se la veía mas mujer, muy guapa a su parecer, con una preciosa y larga melena que le llegaba hasta la cintura, su tez morena brillaba y Gabriel no hacía otra cosa en el día, que admirarla en la última fotografía que ella le había mandado recientemente.

Continuaban las palabras entre ambos, pero ahora eran diferentes; directas sobre ellos, Gabriel incluso comenzó a piropearla y ella hacía oídos sordos y palabras mudas de lo que él le decía.

Pero esto fue así tan sólo por un tiempo, porque al final ella se vino al juego de Gabriel y en lo que al principio eran castos piropos, se convirtieron en bellas palabras de amor que ambos se dedicaban.

Entonces fue cuando él entendió, que lo que sentía por Alina era el más bello y profundo amor, que podía sentir por la mujer de su fotografía.

Alina llegó a Montellano a los seis meses de nacer; Lola Macías Iglesias, su madre, emigró a principios de los años sesenta a Holanda, por cuestiones de trabajo, allí conoció y se casó con Lukas Hagen Jansen y tuvieron a la niña.

Pero Lola estaba ya harta de estar tanto tiempo fuera de su pueblo, por lo que expuso a su marido su deseo de volver a su tierra, ella en no pocas ocasiones, le había contado a Lukas las magnificencias de su entrañable tierra, no sólo las de su pueblo y de su capital Sevilla, si no, la de muchos puntos de su Andalucía.

A él le gustaba todo lo que ella le había contado, sobre todo estaba maravillado por el clima, su gente y su buen hacer, y ni que decir tiene, de su exquisita gastronomía. Por  todo ello, a Lukas no le hizo falta mucha convicción por lo que acepto encantado el cambio para mayor alegría de Lola.

Se instalaron en la Calle Hornos, bazareta abajo, poco distante de la casa donde nació Gabriel y donde se crió con sus tíos hasta que este se marchó. Fueron compañeros de juego desee que ambos echaron a andar y junto a sus otros amigos; Antonio, María José, Rosarito, Mari, Juanillo, Migueli, Agustín, Alcázar, Carlitos, Figueroa y un sin fin más, correteaban todos los días calles arriba y abajo o si no, se tiraban al suelo del Llanete o se subían por los peñascos del Callejón de los Gitanos.

Eran muy jovenes todavía pero consecuentes con lo que tenían y no pasó mucho tiempo hasta que Gabriel pidió a Alina que esta fuese su novia, ella consintió emocionada a la petición, pero sabían que ahora les venía un gran problema encima, según ellos.

Continuará...

 

 

 

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